lunes, 1 de noviembre de 2010




No puedes escaparte de eso...


Cuando somos niños, resulta fácil evadirnos de la realidad, convertirnos en princesas, en nobles caballeros, en extraordinarios superhéroes, jóvenes y vitales, batallando contra el mal, y al final siempre vencemos, porque los buenos siempre triunfan y los malos sufren los efectos más atroces, simplemente porque son malos y se lo merecen.
Los buenos nunca mueren, afirma mi hijo de seis años, solo al llegar a viejos, por eso él no quiere ser viejo. Yo quería explicarle que no siempre es así, pero al final no lo hice. Si a él le hace ilusión pensar así, ¿con qué derecho voy yo a perturbarle?
Después me puse a pensar, es lógico que razone así, lo que vemos en los medios de comunicación, los modelos que nos infunden, las personas triunfadoras son exteriormente poco menos que perfectas, lo que se entiende por perfección, vamos, la idea de que un hombre o una mujer es lo que su cuerpo es.
Pero, la triste realidad, triste para quienes no son capaces de verla y se golpean cuando llega el momento, es que la vida humana es efímera, el paso de los años es implacable y la aparente perfección se desmorona, como un castillo de arena. Afortunadas son las personas que se dedican a cultivarse interiormente, porque el paso del tiempo no les provocará dolor, sino sabiduría y paz interior.
El paso del tiempo es infalible, como las estaciones, la primavera es la juventud ,el otoño, la edad madura.
Puedes prolongar tu estación, llevando una vida sana, productiva, alegre, optimista, próspera y eso es haber triunfado en la vida o puedes escapar a la realidad huyendo continuamente, enredándote en sueños y fantasías que en su momento pueden parecer la solución pero que en definitiva no son reales y solo provocan sufrimientos.
De todos modos, llegará el momento final, el de la muerte, de eso...no puedes escaparte.

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