Hoy me siento rara. La vida me
parece simple, pero las emociones son complicadas, escapan a nuestro
control, muchas veces nos dominan,nos subyugan,nos destrozan.
Queremos salir a la superficie,
con mucho esfuerzo empezamos a levantar la cabeza y sucede algo
terrible y te vuelve a sumergir nuevamente en las profundidades.
Hay días en los que te sentís
fuerte,que te sentís con ganas de vivir, de sonreír a pesar de
todo, te sentís alegre, disfrutas de estar vivo.
Pero hay otros días en que
parece que te quedas sin energía, te desinflas como un globo y todo
te pesa y te sentís cansado y todo, hasta lo más simple, se te hace
cuesta arriba.
A veces el dolor te aprisiona, y
aunque empeñes toda tu fuerza para escapar de él, no lo logras, te
doblega, te pone de rodillas.
Entonces hay que rendirse a él
hasta que te gane el cansancio, entonces debes descansar, aliviar tu
corazón y tu cuerpo y renovar las energías.
No se puede reprimir el dolor,
hay que sufrirlo a pleno, dejarlo emerger, las lágrimas van
limpiando las heridas y el tiempo va regenerando nuestro maltrecho
espíritu y nos permite ir logrando medianamente la paz tan anhelada
y el sosiego.
Haciendo lo que hay que hacer,
tan simple como eso.
Que la tristeza no nos ciegue
impidiéndonos utilizar las herramientas necesarias para conseguir la
serenidad.
Que no nos paralice, que seamos
capaces de pensar con cordura, de vivir con sensatez y que podamos
llegar al final del camino con la satisfacción de haber vivido
aceptando y afrontando cada situación que nos haya tocado.
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